Lo que decía hace unos días... los animales son mucho más humanos que la gran mayoría de los humanos. La verdad es que me parece vergonzoso que dejen morir a alguien así y más aún si está muriendo por haber salvado a otra persona. Esas "personas" que pasan por al lado merecerían tener la muerte más dolorosa jamás imaginada.
Se llamaba Hugo Alfredo Tale-Yax. Tenía 31 años y nació en Guatemala. Era uno de tantos inmigrantes anónimos que se quedó sin trabajo y sin techo. Murió apuñalado, en las aceras de Nueva York, por intentar defender a una mujer durante un atraco. Estuvo tirado durante más de una hora en plena calle, junto a un charco de sangre. Veinticinco personas pasaron a su lado; casi todos le ignoraron.
El vídeo de una cámara de seguridad, en la calle 144 de Jamaica, Queens, recogió su agonía y muerte ante el trasiego de viandantes. Uno llegó a moverle, vio la sangre reciente y siguió su camino. Otro le hizo una foto con el móvil. Pero la mayoría no ralentizó siquiera el paso.
En todo ese tiempo, la policía recibió únicamente dos llamadas alertando sobre la presencia de un hombre herido en plena calle: las dos dieron la dirección equivocada. La tercera llamada, a las 7,21 de la mañana, sirvió por fin para que la policía diera con el paradero del inmigrante guatemalteco. Ya estaba muerto.
Su cadáver será repatriado, mientras la policía busca al asesino y la ciudad entera se pregunta hasta qué punto hemos llegado de insensibilidad e indiferencia ante el drama humano.
"La gente se preocupa sólo por sus propios asuntos", explica al New York Times Juan Cortez, inmigrante también, ganándose la vida con el reciclaje de latas. Alexis Pérez, superintendente del edificio frente al que ocurrió la puñalada, se justificaba alegando la cantidad de "borrachos" que transitan la zona...
Puede que mucha gente no reparara en que Hugo Alfredo estaba malherido o muerto. O puede que sí, pero todos estaban demasiado concentrados en sus propios pasos como para reparar en el charco de sangre en plena acera, como lo demuestra el escalofriante vídeo difundido por el New York Post.
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FUENTE: elmundo.es
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